lunes, 26 de marzo de 2012

Capítulo 43 / El trabajo

Jul a penas pegó ojo durante la noche, afectado y compungido aún por las acontecimientos vividos en la habitación de amo, tanto con Bom como con el cachorrillo.
Si había hecho lo que él quería por qué lo hirió castigando a los otros dos cachorros. Esta vez no podía entenderlo y eso lo desmoralizaba.
Ahora, o ya no sabía como pensaba su amo o se estaba volviendo torpe y estúpido y no acertaba a complacerlo como el deseaba.
Y menos aún comprendió que le dijese que todo era por amor a él. Es que al amor le hacía falta el sufrimiento del alma para mantenerse vivo?
Y si era así a qué venía que también padeciesen dolor seres ajenos a la relación íntima de dos amantes?.
Eran cachorros queridos por él y su amo y no veía la necesidad de hacerles daño ni en el cuerpo ni en el corazón. No lograba entender a Manuel y eso le destrozaba el alma.
Pero el perrillo aún dormía como un ángel y seguro que al despertar sólo recordaría lo bueno y no el escozor de la zurra, ni nada que no fuese el placer que sentía cada vez que su amo se la metía bien adentro como si quisiese partirlo en dos mitades.

Manuel le tocó el culo a su mascota y éste se volvió hacia su amo, ojeroso por la falta de sueño.
Su dueño lo besó sin palabras y le sonrió como si lo viese por primera vez después de varios días. Y sólo dijo: “Jul. Estás conmigo”.
El chico quedó perplejo y le respondió: “Sí, mi amo... Has querido que duerma en tu cama. Donde iba a estar?”.
Manuel se frotó los ojos y contestó: “Tuve un mal sueño. De pronto te difuminabas y no volvía a encontrarte aunque recorrí la tierra buscándote. Si vuelve a ocurrir, te atare a mi cintura por las noches para que no desaparezcas otra vez. No puedes pertenecer a nadie más que a mi”. Manuel cerró los párpados y en segundos resoplaba como un bendito aferrado a las manos de Jul.

El esclavo se incorporó un poco y besó la frente de su señor.
Jul se dio cuenta de la lucha desgarrada de su amo, queriendo imponerse y sojuzgar a toda costa al espíritu del amante que había subyugado el suyo y podría llegar a ser más fuerte que él.
En ese momento al amor desesperado unió una inmensa ternura por Manuel y sintió verdadera locura por él.
Era capaz de infringirse la dureza de ser severo en exceso con sus cachorros sólo por mantenerlo a raya a él. Si su vida era parte integrante de su amo, la de su dios estaba centrada en el más indigno y miserable de sus siervos. Porque así se sentía Jul al ser la causa de la humillación de sus hermanos.

Aunque, viéndolo desde otro punto de vista, el amo era dueño de hacer con sus perros lo que quisiese y no era infrecuente que los azotara por poca cosa o los condenara a estricta castidad sin un motivo concreto.
Al ser el dueño de sus cuerpos y sus espíritus podía disponer como le viniese en gana sin explicación aparente.
A Bom le ponía muy cachondo que el amo le diese por el culo. Lo malo es que esa noche al mastín ya no le quedaban ni un espermatozoide en las pelotas y no debió pasarlo muy bien con la tranca del amo dándole caña. Pero tampoco había sido para tanto. Lo había follado más duro otras veces. Peor era la jaula en el pito.
Bien mirado, ni era la primera que soportaba ni sonaba tan raro que su dueño le impusiese un sacrificio a cambio del privilegio de compartir a su mascota.
Podría ser que Manuel quisiese sentir en su polla los fuertes chorros de leche que Bom soltaría al metérsela juntos a Jul. De todos modos el cachorro lo vio como un humillante castigo para su apreciado hermano y en aquel momento acusó la vejación en su propia piel.

Pero lo del cachorrillo le había dolido demasiado.
Una cosa es que el amo zurre a uno de sus perros por castigo o por el placer de sentir su carne ardiente al follarlo, como le había hecho a él muchas veces y le había puesto muy cachondo, y otra era que le obligase a él a pegarle al perrillo, sabiendo el amo la debilidad casi materna que Jul tenía por él.
Fue muy cruel para Jul ponerle el culo como una grana a su querido Ermo.
Pero Manuel lo dispuso así y nadie podía cuestionar sus motivos. Desde luego el chiquillo no paró de mojarse el capullo con la babilla que salía por el orificio por donde mea. Haciendo memoria, de pronto Jul recordó que tenía los muslos mojados, justo donde le apoyó el pito el crío. Seguramente el perrillo se meó un poco de tan empalmado que estaba recibiendo los azotes.
Dándole vueltas al asunto, el cachorro llegó a la conclusión que su amo sabía lo que hacía y tenía que besarle las manos y los pies por ser tan generoso y considerado con todos ellos. Y principalmente con él.

Pues si Manuel lo hizo todo para joder psicológicamente a Jul, le había salido el tiro por la culata, puesto que el cachorro le había dado el giro suficiente como para venerar más a su dios y sentirse feliz de haberle servido de instrumento para su gozo con el mastín y el perrillo.
Siempre hay consuelo cuando uno quiere.
Y más si se ha de justificar los actos del ser amado, que encima es tu dueño y señor y el único dios al que adoras.

Pero, en el subconsciente de Jul, la lección que quiso darle su amo también le quedaba aprendida. El estaba en manos de su amo y nunca podría superarlo en nada. Y menos en personalidad y poder de persuasión para conducirlo donde quería verlo siempre. A sus pies, suplicándole su amor, como ha de estar siempre un perro esclavo ante su amo y señor.
Manuel podía meter su mano en el alma de Jul y darle la vuelta como a un calcetín usado. Y tirarlo luego a la basura si eso le complacía, porque antes de plantear la menor controversia Jul ya estaba derrotado.

Manuel no quería tirarlo a ninguna parte ni estar en una lucha continua con él.
El amo había decidido que Jul se formase mejor y le ayudase en su trabajo como una especie de secretario o ayudante. Sabía que el chico era listo y conocía sus aptitudes para la informática. Así que no pasaría el día tan ocioso, comiéndose el coco, y le resolvería a su dueño las tareas tales como buscar, clasificar y ordenar documentación para un estudio sobre Historia medieval que Manuel quería emprender.
Además de serle útil de ese modo a su amo, le daba la oportunidad de pasar más tiempo con él, aunque no fuese con sexo por medio. También, dados los escasos estudios de Ermo, había pensado Manuel que su mascota le enseñase tanto lo que ya sabía como lo que fuese aprendiendo. Y, de ese modo, aprovecharía la vivacidad del muchacho para otros usos que no fuesen sólo sexo.
A un amo ha de importarle tanto la salud física como la metal de sus esclavos, aunque cuanto más cultivados estén sea más complicado dominarlos y mantenerlos bajo la bota de su señor.

Jul comenzaría con su nuevo cometido al regreso a la casa de su dueño, planeado ya en breve plazo puesto que poco quedaba por hacer en la finca. El amo marcaría antes de irse a los africanos y también a Ermo. Pero no a Pal, porque aún no tenía claro si se lo llevaría o lo dejaría un tiempo más con sus padres. No acababa de ver en ese cachorro las condiciones idóneas para convivir con los otros perros y lo que menos deseaba Manuel eran más complicaciones de las que ya tenía con una jauría tan numerosa.
Al fin y al cabo ese cachorro no quedaba desamparado y siempre lo usaría en sus visitas a la finca para ver como se desarrollaba y si mejoraban sus aptitudes como perro esclavo.
Eso sí, no podría follar con nadie y su ojete se cerraría otra vez hasta que Manuel volviese a rompérselo. De lo contrario nunca sería uno de sus esclavos como deseaba el chico.

También iba a darle un cometido al resto de sus perros, para que supiesen que todos en la casa debían hacer algo más que servir de juguetes sexuales a su amo. Bom le serviría de acólito a Jul en sus tareas y de paso también aprendería algo más sobre la cultura y otras disciplinas más técnicas. Bom tenía una gran habilidad con las manos y una cierta inclinación hacia la mecánica. Geis decididamente sería el subalterno de Adem en las labores de la casa y atendería la economía doméstica, porque tampoco tenía un pelo de tonto el puto oriental. Y quedaba Aza, que sería el colega de estudios de Ermo y que le hacía buena falta además, ya que en este vida no basta con ser hermoso por fuera solamente.
Y a los imesebelen ya les llegaba con ser los esclavos guerreros de Manuel y proteger su casa y sus bienes más preciados. Sus perros.

El marcado de los africanos, mediante descarga eléctrica, no causó problema alguno ni fue necesario sujetarlos, puesto que ellos mismos, de pie y agarrados a los tobillos, le ofrecían su entrepierna al amo para que imprimiera en ellos su emblema. Al cachorrillo si lo mantuvieron quieto entre Adem, Bom y Jul. Y Manuel, después de meterle la polla un ratito para dejarle buen gusto en el culo, le dio un beso en el mismo ojete y dijo: “Es tan bonito este crío. Y dan ganas de comerle esa rica manzana que por ahora será de uso exclusivo mío. Abrirle más las piernas que no quiero quemarle más de lo necesario”. Y le estampó su letra en el mismo centro, bajo las dos patas traseras.
El chico lloró y nada más sentir la quemadura, su polla, muy tiesa, escupió unos chorritos de leche que salpicaron las piernas de Adem.
Luego vinieron los mimos de todos y los cuidados del criado para aliviar el ardor picante en su entrepierna. Pronto estaría bien y ya tenía la misma marca que su querido Jul.

Todo estaba concluido y dispuesto. Así que la marcha sería en cuanto Ermo y los africanos pudiesen aguantar sentados durante el viaje de vuelta a la casa del amo. Pero aún quedaban un par de horas antes de la cena Y Manuel llevó a Jul y a Bom a su dormitorio.
Abrió el cautiverio del pene del mastín, que en un minuto recupero su esplendor, y dijo: “Bom, Espero que tengas bien cargadas la pelotas... Quiero volver a sentir en mi verga la fuerza de tu corrida dentro de la barriga de Jul. Pero esta vez serás tu quien se ponga debajo y jul sentado a horcajadas sobre tu verga, pegándose bien a tu panza... Vamos, acuéstate sobre la cama y tú, Jul, sube sobre tu hermano y clávate tú mismo su ariete... Así está bien, pero antes de entrar yo también, quiero ver como te rellena el culo este cabrón... Joder!. Qué gorda la tienes jodido! Se le ve el agujero dilatado a tope tragándose tu rabo... Fóllalo un poco. Así, que vea como lo haces y como se mete para adentro el precioso ano de nuestra puta... Cómo me pones de caliente preparándole el ojete a Jul para que lo disfrute contigo en un mismo polvo. Inclínate más Jul, que voy a metértela para partirte el culo con mi bravo campeón... Asíííííí... Ya entra... Hummmm... Notas mi capullo junto al tuyo, Bom?”.
“Sí, mi amo... Ya están dentro... las dos pollas enteras... mi amo... Puedo besarlo, amo?”, suplicó el perrote.
“A mi o a él?”, preguntó el señor.
Y Bom, ya en el séptimo cielo, dijo: “A los dos... pero ahora... a Jul, mi señor”.
“Bom... cuando follemos... juntos... a este cachorro... eres libre de... besarlo o comértelo entero... siempre...que sigamos dándole por el culo los dos juntos... Porque esto es algo que me enloquece de gusto... Y tú, Jul. Notas las dos vergas paseándose por tus tripas?”.
Jul apenas podía hablar con la calentura, pero masculló: “Siento...que me... ahhhhhhh... rompen el culo... mi amo”.
“Y te gusta, verdad, puto?”, le dijo Manuel.
“Sí... mi... señor... Es... como... si me rajasen el agujero... pero me... vuelve loco... mi amo”, pudo decir Jul.
“Dale fuerte, Bom... que este puto cabrón... se nos corre... rápido... y yo también, jodido!, que ya estás soltado leche por la picha y resoplas como un puto burro!...sssiiiiiiii...Joder! Ahora se desnata la zorrita de Jul en mi mano... Joder!... Joder!. Qué pasada! Hostiassssss... Uff”.


Los tres se quedaron tumbados sin poder mover ni un dedo. Y Manuel habló otra vez, sin recuperar del todo el resuello: “Hay que cenar con el resto de los cachorros... A la ducha los tres”.
Y palmeó dos veces el culo de sus dos cachorros.
Después de la ducha le puso de nuevo la jaula a la verga de Bom.

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