Hubiera dormido todo el día si Jul no fuese a despertarlo por la mañana. El cachorrillo se quedó frito nada más poner la cabeza en la almohada y abandono su letargo con las sacudidas que le metió Jul, zarandeándolo por los hombros para espabilarlo.
El chico miró a su alrededor, incrédulo aún por ese sueño que se empeñaba en no dejarlo y debía admitir que era real. Sí. Ante sus ojos estaba el chico guapo del bar y su amo tendría que estar cerca pero el muchacho parecía estar solo.
Jul le sonrió con cariño y le dijo¨”Vamos dormilón. El amo nos está esperando en la habitación de al lado. Tienes que estar bien despierto y listo para servirle cuando él lo quiera. Así que vamos al baño que te enseñaré como debes asearte y prepararte para que el amo goce de tu cuerpo”.
Sin darle tiempo a pronunciar palabra Jul arrastró fuera de la cama al cachorrillo y lo llevó al cuarto de baño anexo a la habitación. El chiquillo miraba al otro chaval con asombro, pero se dejaba hacer como un niño en manos de su niñera, que ya le preparaba el baño y le decía: “Venga, mea y haz lo que tengas que hacer antes de meternos en la bañera... Supongo que harías tus necesidades delante de otros esclavos, así que no creo que te vaya a dar vergüenza ahora”. “No”, respondió el chaval y se sentó en el retrete para vaciar la tripa y la vejiga.
“De todos modos no te esfuerces que te voy a meter agua por el culo y limpiarás todo los restos que tengas dentro. Para el amo hay que estar impecable, como para lamer todo lo que salga por el ano. Así que date prisa que no podemos tardar mucho o nos calentará el culo a los dos”, le dijo Jul. Y el chico preguntó muy serio: “Castiga mucho el amo?”. “Lo justo”, respondió Jul. Y añadió: “Temes al castigo?. Normalmente nos azota, pero algunas veces puede ser más estricto y duro. Sobre todo conmigo, que es al que más exige, por ahora”, contestó Jul, permitiéndose la vanidad de que el amo fuese más severo con él.
Y el chaval le aclaró: “Estoy acostumbrado a que me zurren fuerte con un cinto y también con una regleta de madera. Cuando tenía dieciséis años, mi madre estaba con un fulano que me arreaba cuanto le daba la gana, con motivo o sin motivo, eso daba igual. Sólo tenía que venir borracho. Y fue el que me la metió por el culo la primera vez. Luego me volvió a dar por detrás tres o cuatro veces, hasta que mi madre se enteró y tuvieron una gresca de la hostia”. “Pero no eres virgen?. El amo que te vendió dijo que nunca te habían estrenado!. No es cierto, entonces?”, preguntó Jul sorprendido. Y el chaval muy preocupado le respondió: “Me querrá el amo si lo sabe?. No sé para que te dije nada. Se lo dirás y me devolverá a ese tío otra vez. Ese hombre no lo sabía porque le mentí. Le oí decir que me iba a poner de puta, porque no siendo virgen no valía mucho para venderme. Y yo le dije que nunca me habían metido nada por el culo, para que no me alquilase a todo el que pagase por follarme. Pero sólo fue aquel tío que estuvo con mi madre. Y de eso hace dos años. Desde entonces sólo me toqué el culo para limpiármelo después de cagar. Así que si me folla el amo es como si me estrenase él. Y me lo romperá si la tiene muy gorda, porque soy muy cerrado. Lo noto, porque cuando ando duro me cuesta un huevo echar la mierda fuera. No se lo digas que él ni se dará cuenta. Por favor. Que no quiero volver con ese otro que me pondrá de puta”.
El chaval contaba eso llorando y suplicándole a Jul con los ojos que no lo delatara, para poder quedarse con él y su amo. Pero Jul no podía prometerle ni asegurarle lo que Manuel haría al saberlo. Y ocultárselo era impensable para él. Por nada ni nadie engañaría jamás a su señor.
Estaba ante un dilema. De un lado la lástima que le daba el cachorrillo y del otro la lealtad y fidelidad a su amo. Pero nunca le mentiría o le ocultaría algo a su señor. Eso estaba fuera de toda duda. De todos modos quiso animar al cachorrillo y le dijo: “A mi ya me habían usado cuando me encontró el amo. Y se lo dije. Y en lugar de importarle me hizo su mascota. Así que contigo puede pasar lo mismo”. “Crees que podría aceptarme aún no estando entero, como dijo él?, preguntó el chiquillo secándose las lágrimas y sorbiendo los mocos. “Puede que sí... Bueno. Creo que sí, porque conozco al amo y es un hombre bueno”. Y el chico se animó a soñar: “Y podré ser otra mascota como tú e ir con él también?”. “Eso sólo depende del amo... Tú sólo sírvele y dale placer y obedece todo lo que te ordene... Y él te compensará como a todos sus perros esclavos”, le explicó Jul, mirando con ternura a aquel perrillo desvalido que buscaba el cariño de un amo para sentirse parte de una familia.
El cachorrillo entró en el baño y Jul le enjabonó el cuerpo , poniendo especial esmero en las partes blandas. Que en este caso tenían poco de eso, ya que nada más tocarle Jul, al chico se le había puesto el pito como a un ceporro. Y a Jul también, porque el chiquillo se la tocaba con la mano llena de espuma. Y si en un primer momento Jul no lo había aceptado de buena gana, ahora le estaba entrando por el ojo derecho. Quizás, por que le parecía que, como él, era indigno de consideración por parte de un ser superior como su amo. Era posible que Jul estuviese identificando al chico con sigo mismo, antes de encontrar a su señor.
Jul limpió y preparó al muchacho, como a una vestal para una ceremonia iniciática en el templo de su diosa, y ambos, cubiertos con un batín de baño blanco, fueron a presentarse ante su señor. Manuel, ya vestido, leía unos papeles sentado en un escritorio, y miró a los cachorros. Y preguntó: “está todo bien, Jul?”. “Sí, mi amo... Ya está preparado para que lo uses cuando te plazca, mi señor”, Respondió Jul. “Abriros las batas”, dijo el amo. Y pudo comprobar que sus pitos aún estaban tiesos. Y siguió: “Habéis estado haciendo guarradas, putas?
“No, mi amo (dijo Jul)... Solamente nos bañamos y limpiamos nuestros cuerpos para ti. Pero este cachorrillo es muy joven y...”.
“Basta!... Ahora voy a salir y ya os arreglaré más tarde”.
Y Jul añadió: “Pero debes saber algo sobre él, mi amo... No está intacto. Fue usado hace tiempo por un hombre sin escrúpulos...”. Y Jul repitió la historia que le había contado el chico.
Manuel le hizo un gesto al cachorrillo para que se acercara y le dijo: “Nada puede justificar que un puto perro mienta o pretenda engañar a un amo”. El chico se plantó de rodillas e intentó irrumpir en explicaciones y escusas, pero Manuel lo silencio de un tortazo, gritando: “Calla, cabrón!. Nunca vuelvas a abrir la boca sin que te pregunten... Me importa un carajo que te hayan dado por el culo o metido un ciempiés por el ano o la boca. Yo no busco vírgenes sino perros que me obedezcan y sepan darme placer. No voy a dejar de comprarte por eso, pero tienes que ser castigado por tu falsedad. Un jodido perro no puede mentir ni a un puto cabrón como al mercachifle que te vendió. Así que voy a azotarte y espero que aprendas la lección... Jul tumbate de frente sobre la cama y tú (dirigiéndose al chico) ponte de bruces sobre él... Jul, abrázalo fuerte y sujétale la piernas enlazándolas con las tuyas. Y cuenta hasta veinticinco. Por esta vez sólo será un aviso.
Y le azotó con tal fuerza que hasta soplarle en las nalgas le hacía daño. Y no sólo el cachorrillo lloraba, sino Jul también, porque sintió tanta pena como dolor en el culo el muchacho.
Y el amo les dijo: “Jul ponle el ungüento de Adem que cuando vuelva voy a follarlo... Pero antes ponte a cuatro patas, porque zurrar un culo siempre me pone cachondo como un burro. Y te voy a llenar de polla para que vea este puto cabrón lo que le espera a mi vuelta... Vamos que no tengo toda la mañana para perder demasiado tiempo en esto”. Y sacando la verga por la bragueta, se le clavó a Jul en el culo y le dio caña como un animal. Cuando iba a correrse, le ordenó al cachorrillo que metiese la polla de Jul en la boca y se tragase el esperma del otro cachorro, que ya le empezaba a salir por el capullo, y mientras tanto él le dejaba una buena reserva a su mascota dentro del culo.
Al sacarla del ano de Jul, le metió dos dedos, revolvió dentro, y los sacó pringados con su propio semen y le dijo al cachorrillo, metiéndoselos en la boca: “Toma. Acostúmbrate a su sabor porque será tu mejor golosina a partir de hoy... Os dejo servidos... A la vuelta os espera una sesión más completa”.
Y se marchó de la suite, dejando a sus perros, uno follado y zurrado el otro. Y los dos con las bolas vacías, porque el cachorrillo también había echado su lefa al paladear la de Jul. Y ambos castigados. Uno, físicamente por ocultar la verdad y el otro, Jul, de forma psíquica con el sufrimiento del otro (que lo había empalmado acariciándole la polla mientras lo lavaba) al azotarlo de forma tan dura su amo. Y quizás a Manuel le pudieron los celos al pegarle al chiquillo. En realidad le costaba soportar que Jul sintiera otro placer que no fuese dado por él. Aunque sólo se tratase de una pequeña caricia sin importancia en el pene. Y a pesar de ser imprescindible una solución para la exacerbada fijación que les cegaba a él y a su mascota, su alma se resistía a aflojar las cuerdas que los mantenían tan sumamente unidos el uno al otro. La razón aconsejaba lo que el corazón se negaba a reconocer y admitir como lógico y necesario. Es una disyuntiva tan vieja como la vida en el mundo. Pero nunca se ha dado una receta infalible para resolverla acertadamente sin la menor fisura. Somos complejos y difíciles de entender en cuanto a sentimientos y afectos hacia otros seres. Y más, si por medio ronda eso que llamamos amor, sin saber muy bien de que coño se trata. Aunque siempre haya un coño o ano en el asunto, desde luego. Porque sin eso la cosa tiene mucha menos gracia. Es verdad que existen amores platónicos, pero hasta en la más pura ensoñación, normalmente, se ve y se toca, con la imaginación, el cuerpo contrario.
“Ven. Volvamos a prepararnos para cuando vuelva el amo... Y controla tus sensaciones y la atracción hacia otro ser que no sea tu dueño, porque ya te ha costado una seria azotaina”, le dijo Jul al cachorrillo. “Me pegó por mentiroso. Y lo merecía. Pero no volveré a mentir nunca más”, replicó el chico. Y Jul respondió: “Puede que sí. Pero por si acaso modérate conmigo delante del amo”. Y el chaval preguntó: “Te quiere mucho, verdad?”. “Nos quiere a todos sus perros”, contestó el otro cachorro. Pero el cachorrillo añadió: “A ti te quiere de otra forma... Se nota cuando te mira... Y tú también los ves de una manera... No sé como decirlo... Es como lo hace la chica en una peli de amor cuando mira al chico antes de darse un beso”.
Jul se rió y le dijo: “Eres muy espabilado, chaval!. No te pierdes nada de lo que pasa a tu alrededor!. Nos amamos. Y eso es muy duro entre una amo y un miserable esclavo. Pero yo no puedo evitar desearlo sin importarme las consecuencias”.
“Pues yo quisiera llegar a amarle así”, afirmó el chico, añadiendo: “Y a ti también... A los dos por igual, porque tú me gustas mucho y me ayudas a ser un buen perro para el amo”.
“No! (dijo Jul). A él sí, pero por mi sólo sentirás lo que el amo te permita, Y nada más... Entiendes?.. Nada más!”.
“Lo entiendo”, respondió el chaval.
Y Jul quiso animarlo diciéndole: “Estoy seguro que nuestro dueño te va a querer mucho... Cómo te llamas?”.
“Guillermo”, contestó el cachorrillo. “Es muy largo... Además el amo te pondrá otro nombre.... si yo fuera él, te llamaría Ermo... Es bonito”, dijo Jul.
“Me gustaría ese nombre. Sobre todo porque me lo has puesto tú”, comentó el chico con una amplia sonrisa.
Y Jul cortó la charla: “Bueno. Dejemos esas cosas para el amo, que tenemos mucho que hacer antes de que llegue... Vamos al baño otra vez”.
Pero el chaval preguntó algo más: “Me vas a meter agua por el culo otra vez?”. “Sí.... Tendrás que hacerlo siempre antes de usarte el amo”, le aclaró Jul.
“Vale... Es que me da gusto cuando entra... Y cuando sale el chorro, es una pasada. Me pone cachondo”, contestó el chico sin el menor rubor.
Pero Jul le recriminó: “Eso lo hacemos por obligación. Así que no seas puta, porque las lavativas no son para que te lo pases pipa. Son para estar presentable y no molestar al señor con nuestras miserias. A no ser que él diga otra cosa y nos quiera sucios. Pero el amo nunca ha dicho tal cosa y si uno de nosotros no tiene las tripas vacías, la arma y no quiero ni pensar el castigo que le pondría. Así que lávate bien el culo todos los días, pero no seas tan vicioso. Será cabrón, este mocoso de mierda!”. Y Jul le dio una colleja y lo hizo entrar en la bañera.
Manuel abrió la puerta de la suite y los encontró listos y aseados como dos concubinas esperando el regreso de su señor después de una batalla. Y no había sido tan dura la negociación con el tratante, puesto que al sacar a relucir la falta de virginidad del perrillo, su precio cayó en picado y salió bastante barato. El resto de los negocios de Manuel también cumplieron sus expectativas, así que estaba de un humor excelente para regodearse con sus cachorros. Además le había dado tiempo de pasarse por una tienda de ropa para jóvenes y le traía al cachorrillo unas cuantas cosas para sacarlo de paseo en condiciones. Si algo le gustaba a Manuel era que sus perros saliesen a la calle bien guapos y atractivos. Cada uno a su estilo, pero con ese punto de niños bien sin llegar a ser pijos. Y siempre con una pincelada un tanto canalla y provocativa, realzando sus gracias y cualidades físicas.
“Acércate”, dijo dirigiéndose al cachorrillo y continuó: “Te he traído toda esta ropa y supongo que no me equivoqué demasiado, porque aunque no te he tomado bien la medida, me bastó la zurra para calibrar la talla de pantalones que calzas. Luego lo pruebas, pero ahora voy a tallarte de otra forma... Por cierto te llamarás Ermo.. Te gusta ese nombre Jul?”.
“Sí, mi amo”, contestó el cachorro algo confundido.
Y prosiguió Manuel: “Su nombre es Guillermo, pero es muy largo. Por qué pones esa cara?... Es que ya lo sabías?”.
“Lo del nombre sí, señor... Me lo dijo él esta mañana”, respondió Jul, mientras el cachorrillo observaba el diálogo expectante.
“Y bien, qué te parece. Le pongo Ermo?”, preguntó el amo.
Y Jul contestó: “Señor, es tuyo y sólo tu decides como ha de llamarse”.
“Jul. Déjate de tonterías y dime si te gusta ese nombre o le pondrías otro. En parte eres responsable de que haya comprado a este perrillo. Así que dime si te gusta el nombre y no le demos más vueltas que tengo ganas de darle por el culo”, dijo el amo un tanto impaciente por los miramientos de Jul a decir su opinión.
Y Jul confesó: “Amo. No sólo me gusta el nombre, sino que le dije que de poder bautizarlo así lo llamaría”.
“Vaya! (dijo Manuel sorprendido) Otra vez te adelantas a mi voluntad. Pero por esta vez no lo tendré en cuenta...Ven, Ermo”. Y el amo llevó al cachorrillo hasta un silla y se sentó diciéndole al chico que se tumbase boca abajo sobre sus rodillas, advirtiéndole que no iba a pegarle. El chico obedeció sin titubear y Manuel acarició sus nalgas y le repasó con los dedos la raja del culo. Y le dijo a Jul que se acercase y se sentase en el suelo al lado del trasero de Ermo. Manuel se humedeció un dedo en la boca y se lo introdujo al cachorrillo por el ano, acariciándolo por dentro despacio y con suavidad. Y dijo: ”Jul, me encanta tocaros el recto. La mucosa es tan fina y cálida que da gusto sentirla en los dedos. Y el tacto interior de este perrillo es especialmente agradable. Si no lo viera en sus papeles diría que tiene menos de dieciocho años. Su carne es muy joven y la piel está tersa y sin el menor pliegue en ninguna parte de su cuerpo. Es una delicia andar por este culito. No sé si alguno de sus padres fue un buen ejemplar, pero él salió de buena casta... Ven mete el dedo y muévelo despacio... Así... Despacio... Sin prisa... Ahora llévalo hacia arriba y deslízalo por ahí... Te gusta?”.
“Sí, mi amo... Es una sensación rara pero es como tener en los dedos algo muy delicado y vivo”, dijo Jul.
“Eso es! Vivo. Es tocar la vida del cachorro y notar sus sensaciones y el calor de su sangre corriendo por sus venas... Espera... voy a meter mi dedo también y sentiremos juntos los latidos y la lascivia de este cachorrillo... Porque no se si lo notas, pero está saliendo muy puta. Mira como respira y se estremece. Le gusta y se está poniendo a punto de caramelo. Si le seguimos hurgando con los dedos se corre, el muy cabrón. En estas cosas es donde se nota si un perro nació para ser semental o poner el culo como una perra. Y éste es como tú. Para montarlo sin parar y cuanta más caña le den mejor... Vamos. Ya está dilatado. Saca el dedo y siéntate a los pies de la cama. Ermo ponte de pie delante de Jul e inclínate para chuparle la polla. Sin agacharte!... Sólo dóblate y mantén el culo en alto con las patas abiertas.
Así... Pero sepáralas más que no te partes. Joder! Cómo mama este jodido!... Abre el culito que te lo voy a llenar con este verga que está reventando de leche”. Y el amo se la calzó sin prisa pero sin pausa alguna. Le entró toda sin demasiado esfuerzo ni queja por parte del enculado. El cachorrillo succionaba con demasiado afán como para dolerse del trabuco que le entraba y salía del culo, cada vez con más violencia. El amo le estaba metiendo una follada brutal, pero el chico se escarranchaba y reculaba para sentir más adentro el cipote de su dueño, que empujaba con los riñones como si intentase incrustar también los cojones en el culo del perrillo. Jul no aguantaba más sin darle la leche al joven mamón y éste ya se había corrido una vez y seguía con el pito como si aún no saltase ni una gota de esperma por el capullo. Pero la mascota esperaba la autorización de su amo para vaciar sus pelotas en al boca de Ermo. Y en cuando Manuel apretó más los muslos contra las nalgas del perrillo, Jul lo miró suplicando su permiso y amo y esclavo saturaron de semen al cachorrillo por ambos lados. Y el chico volvió a verter leche en el suelo de la suite.
Manuel se tiró sobre la cama cansado y satisfecho por el polvazo que le acababa de meter a su nuevo cachorro, aunque en sus planes estaba también darle caña a su mascota. Pero era mejor comer algo en la misma habitación del hotel y después de una siesta tranquila, con sus cachorros a cada lado, ya le daría rabo a ambos. Disponía de toda la tarde y gran parte de la noche para refocilarse con ellos, sin más preocupación que saciarse hasta las cejas de joderle el culo a los dos.
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