miércoles, 7 de marzo de 2012

Capítulo 38 / La noche

Caminaron por el Paseo de Gracia y entraron en la Plaza de Cataluña, para bajar por la Ramblas mirando el variopinto retablo de tipos diferentes y espectáculos callejeros que a cada paso ofrecen su arte por unas pocas monedas. Siempre agradecidas con una mueca o gesto simpático, dirigido sobre todo a los niños, que quedan pasmados con estas cosas. Flores, pájaros, libros, cafés con sus terrazas concurridas por gentes de todas clases y procedencias. Todo eso es el mundillo de esa vía urbana que termina sin alcanzar nunca a Colón, señalando hacia un continente que nunca creyó nuevo, sino simplemente las Indias.

“Vamos a cenar en uno de los restaurantes que más me gustan de esta ciudad. Está por el barrio gótico, así que iremos andando y de paso ves la plaza de la catedral y los edificios que dan el nombre al barrio. Te gustará, ya verás”, le explicaba Manuel a Jul, con ese entusiasmo de quien enseña a su ser más querido algo que estima y aprecia en gran medida. Jul iba poseído de curiosidad y avidez por apreciar cuanto le decía Manuel e ir recordando y asimilando el torrente de imágenes y sensaciones que captaba por los ojos y oídos. Otra de las virtudes del chico era el interés y la sensibilidad que ponía en todo lo que hacía, ya que tenía una capacidad y agilidad metal muy estimables. Sin olvidar que solamente poseía estudios de nivel medio. Desde luego no era ninguna mentira decir que era un chico listo.

“Ese tenedor no es para eso. Con ese otro lo harás mejor”, le dijo Manuel a Jul, que se hacía un pequeño lío con tanto cubierto y tanta copa sobre la mesa. Y sobre todo con tanto camarero a su alrededor. “Lo estás haciendo muy bien. No te preocupes por ellos ni por nadie. Aquí no puedes comer en el suelo como en casa, así que mira como lo hago yo y ya está. De todos modos solucionaré estos problemas, porque vas a venir conmigo a muchos sitios y no vamos a andar por el mundo con tu platito de perro y tu bol para beber. Tendrás que acostumbrarte a una doble vida, como a dos aptitudes diferentes. La de esclavo y la de amante. Y ahora eres mi amante y no puedes caminar a cuatro patas por Barcelona”. Y Jul respondió: “Si te digo la verdad, prefiero mi plato de perro y comer en el suelo con mi boca y sin manos, a todo este lío. Yo nunca estuve en un sitio tan elegante y tan pijo. Ni comí estas cosas jamás. No fui rico, precisamente. Ni me vendí para que me invitasen a algo parecido. Soy un tío vulgar y no un señor de buena familia como tú, mi am... mi amor”. Lo último lo dijo bajito, pero enmendó decir lo que le estaba prohibido fuera de casa. Y Manuel le aclaró: “No eres vulgar. No eres un puto paleto como para no saber comportarte y aprender pequeñas normas de etiqueta, que tampoco sirven para nada, ni le importan a la mayor parte de los mortales. Y lo único que has dicho coherente es lo último. Lo de que soy tu amor y tú eres el mío. Y con eso basta. Comes en el suelo como tus hermanos cuando debes hacerlo y comerás en una mesa como mi igual las veces que sea necesario. También puedo darte algún pedazo con mi mano como en casa... Toma. Prueba esto... Acércate y cógelo con los dientes, que sabes hacerlo muy bien. Mejor que usar tanta herramienta”.

Manuel logró que el chico se riese y Jul estiró el cuello como un perrito, cogiendo el pedazo de carne que le daba su amo con los dedos.
“Y relájate que después iremos a tomar unas copas y estarás en un ambiente más cómodo y conocido...Cuanto hace que no sales a ninguna parte por la noche?, preguntó Manuel. Y Jul le dijo: “Desde que soy tuyo no salgo a otro sitio que no sea donde tu me lleves... Y antes casi nunca iba de copas ni salía por la noche. Entre el fútbol, el trabajo, los estudios y la falta de cuartos para mal gastarlos, me limitaban mucho ir de fiesta con amigos. Así que tampoco son sitios muy conocidos por mí”. “Pues verás como lo pasas bien con un par de copas”, le animó Manuel. Y Jul le contestó: “Si es por tomar copas vale, pero si se trata de que lo pase bien, nos vamos al hotel y ya sabes como disfruto”. “Y cómo disfrutas más?... Nunca me lo has dicho realmente. Qué es lo que más caliente te pone, Jul?”. “Sí lo sabes. Y a veces me castigas por eso. Cuanto más miserable y despreciable me hagas sentir, más disfruto, porque yo soy tu puta perra y gozo con todo lo que desees hacerme”, le respondió a Manuel el esclavo. “Eres lo más grande que he tenido en mi vida, Jul. Pero, aunque estoy deseando tenerte desnudo en mis brazos y comerte el culo. Y ya me has puesto empalmado y cachondo, cabrón!. Iremos primero a un bar gay para ver a algunos amigos que tengo aquí, en Barcelona... Amos, por supuesto. Así que delante de ellos vuelves a ser mi perro. Y no te separes de mi lado para nada”, concluyó el amo. “Nunca me separo de mi amo...amor, quiero decir”, afirmó Jul.

Esa noche, en el bar que fueron había que estar sólo en calzoncillos, o directamente en pelotas, y a la entrada dejaron la ropa en una bolas de basura, pero sin mierda dentro, y pasaron al interior. El local, no era muy espacioso y estaba oscuro. Un olor indefinido, tirando a húmedo, flotaba en el aire que rodeaba a muchos cuerpos tatuados y depilados absolutamente.
Amos y esclavos se mezclaban en una barahúnda de pollas y culos, entre humo de tabaco y sudor, poppers, látex, lubricante y hedor a semen y orines.

En la barra estaba un amigo de Manuel y otro conocido de este último, con sus respectivos perros, bastante jóvenes, y tras los saludos y abrazos de rigor, los amos pidieron unas copas, mientras los esclavos jadeaban a sus pies. Sus bocas abiertas esperaban que sus dueños dejasen caer en ellas un lapo de alcohol con que entretener su sed. Jul, estaba al lado de su dueño, sin correa, luciendo su palmito dentro de los slips que, gracias al botones, pasaron la prueba de fuego en el hotel y no los rasgó su amo para follarlo con ellos puestos. Y los otros dos señores alabaron su planta y su buena encarnadura. E incluso uno le paso la mano por el lomo apreciando la suavidad de su piel, diciendo: “Buen perraco traes esta vez, Manuel... Bueno. Tú siempre has venido con excelente ganado. Porque la otra vez, si no recuerdo mal, trajiste a un mestizo cachas, con un paquete y culo de muerte. Y este está muy bien de cuartos traseros, también. Dónde adquieres estos ejemplares?”. Y Manuel respondió: “Cuesta encontrarlos. Y más adiestrarlos y educarlos como es debido, pero ya sabes que soy un experto domando jóvenes cachorros para convertirlos en perros estupendos. El tuyo no está nada mal, tampoco (se refirió al perro del otro que parecía un niño aún). Que edad tiene?”. “Lo tengo hace muy poco. Acaba de cumplir dieciocho, pero nadie le echa más de dieciséis por la cara tan aniñada que tiene aún este puto cachorro. Y aún está aprendiendo a obedecer. Pero tiene maneras y puede ser un perro ideal para sexo”, contestó el propietario del cachorrillo. Y Manuel quiso saber más: ”Estaba entero?... Quiero decir si era virgen cuando lo adquiriste”. “Sí. Y aún lo es. Todavía no le entró nada por el culo y tampoco dejo que se masturbe. Le meto bromuro en la comida y no se le pone tiesa”, respondió el tío. “Y eso por qué?... Para que lo quieres entonces?”, indagó Manuel. Y contestó el otro: ”Pues no lo tengo muy claro aún. Ya tengo dos esclavos más y no necesito un tercero. Así que iba a sacarle dinero prostituyéndolo pero me han aconsejado que es mejor venderlo. Y siempre tendrá más precio si está sin estrenar...Lo he traído para mostrarlo y a ver si me hacen una oferta por él... Cuando haya más gente aquí le pongo al cuello un cartel que dice “se vende”, en letras grandes, y a ver si alguien se lo lleva, que ya sabes que cuestan un pastón alimentarlos y tenerlos en condiciones“. “Lo sé... Salen caros, pero dan satisfacciones cuando están bien tratados y enseñados”, respondió Manuel. Y el fulano también quiso saber: “ Y tú cuantos tienes ahora?”. “Cinco cachorros, un sirviente y cuatro guardianes africanos”, soltó Manuel. “Hostias, tío!. Menuda renta para alimentar a tantos! Y no te interesa vendar alguno?... Por ejemplo a éste, que tiene muy buena presencia?”, exclamó el otro amo. “A mis cachorros no hay dinero que los pague... Y éste en concreto ni tendría precio ni le arriendo la ganancia a quien pretenda llevárselo. Porque ni estando muerto lo permitiría. Yo no vendo a mis perros. Son míos y los quiero más que a nada en este mundo”, contestó Manuel airado. “Mucho dinero tendrás!... Pues compra ese otro... Uno más ni lo notas”, añadió el otro amo y Jul levantó la cabeza como si un resorte se le disparase dentro de ella. Y pensó: “Otro más, no, amo... Más perros no, que no te van a quedar fuerzas para mi!”. Y el otro amo insistió echándole mano al culo de Jul: “Pues me gusta tu perro. Y está duro de carnes el cabrón!”.

Manuel le agarró la mano y dijo desafiante: “Prefiero que no lo toques... Este perro es mi amante y es sólo mío hasta que muramos los dos”. “Amante un perro!... Pero tú puedes amar a uno de tus perros?”, se extraño el tratante de esclavos. “Sí puedo y los quiero a todos. Pero éste es mi amante además”, afirmó Manuel viendo los ojos húmedos de su cachorro agradeciéndole el gesto digno de un dios.

Pero no era Jul el único perro que miraba a Manuel, porque el perrillo en venta también lo vio como al amo que quisiese adorar toda su vida. Y Manuel dijo: “Me voy al hotel que mañana tengo asuntos que tratar en Barcelona y además estamos cansados del viaje... Quizás mañana volvamos y tomaremos otra copa”. Y instintivamente miró los ojos del cachorrillo sin dueño y se le hizo un nudo en la garganta pensando en las manos en que caería el pobre chiquillo. Vio la mirada de Jul y volvió a decir: “Puedes esperar un par de día para venderlo?”. “Si te interesa, espero. No es problema... el precio es...”.
Manuel lo cortó en seco: “No vamos a hablar del precio ahora. Los negocios se hacen en frío. Tu cuídalo y que siga entero sin que nadie lo toque y ya hablaremos de dinero si me lo llevo. Tengo otro de su edad y pueden hacer buena pareja los dos... Vamos Jul”. Y se fue con su mascota después de acariciar la cabeza del cachorrillo falto de afecto.

Al salir a la calle le dijo a Jul: “A este paso mi casa va a parecer una ONG para perros abandonados... No te dio pena esa indefensa criatura en manos de semejante mercader?... Y no hace falta que digas lo que pensaste, porque te doy una leche por egoísta. Qué crees?. Que por tener uno más en casa te voy a usar menos a ti?... Estás muy equivocado”. Y Jul le dijo: “Perdoname... Sí, lo pensé y me arrepiento por ser tan estúpido. Como si no quieres usarme más. Con tus cosas puedes hacer lo que quieras y cuando desees. Y lo que yo sienta no vale la pena ni debe importar, mi amo. Si me dejas, yo mismo cuidaré a ese cachorrillo si lo compras. Y será otro hermano para mi. No volveré a tener celos de ninguno. Sé como me amas y eso me basta para ser feliz, Manuel”.

El amo paró en seco y clavó los ojos en los de su cachorro. Y dijo: “Repítelo”. “No volveré a tener...”, empezó Jul y Manuel le interrumpió: “No. eso no. Lo último. Lo que pronunciaste después de ser feliz”. “Dije tu nombre, amo. Perdona el atrevimiento. No quise salir de mi sitio, mi señor”, balbuceó el muchacho aturdido. Manuel se rió y dijo: “Eres un tonto, mi amor. Desde que salimos de casa quise oírte decir mi nombre, aunque sólo fuese una vez, y tuvo que aparecer en escena un cachorro sin amo para que me llamases por mi nombre... Ven. Me importa una mierda que estemos en plena calle y que nos vea toda Barcelona”.


Abrazó al amor de su vida y le metió un beso en la boca, a la luz de una farola, que ni en un melodrama de los cincuenta se igualaría la escena. Y al recobrar la respiración le habló: “No se como lo consigues, pero me sorprendes a cada instante... Con ellos hago sexo, aunque les quiera mucho. Pero contigo hago el amor siempre. Y te amo, ya sea follando o aunque te azote, te torture o te someta al peor de los suplicios. O simplemente viéndote dormir o charlando. O riendo los dos sólo por sentirnos a gusto juntos. Tú crees que llegarás a amarme tanto como yo a ti?”. Jul se agarró con fuerza a su amo y se estrechó contra él, diciendo: “Eres mi dios, mi vida. Lo eres todo para mi. Cómo no voy amarte hasta la locura. Nunca dudes de mi amor porque sería injusto y mi peor castigo, además... Y si no lo tomas como un descaro de tu más humilde esclavo, te pediría que librases a ese joven cachorro de una vida sin afecto ni cariño... Por favor... Llévalo a casa también, porque merece ser feliz como lo son todos tus perros, señor. Y déjame enseñarlo a servirte y complacerte como el mejor de todos tus cachorros, mi amor”.

Manuel agarró de la mano a Jul y corrieron hacia el bar otra vez. En la puerta, el amo le dijo al portero que no iban a entrar, pero necesitaba hablar con un amigo que estaba dentro. Y si no podía entrar vestido, que hiciera el favor de avisarlo para que saliese un momento. El tío de la puerta entró y al rato volvía con el mercader que únicamente llevaba puesto un suspensorio. Manuel le dijo: “Dame al cachorro porque me lo llevo a mi hotel y mañana quedamos para ajustar el precio. Y ya me das los datos, certificados sanitarios y todo los papeles que tengas. Porque supongo que estará en regla todo eso!”. Y el tratante contestó: “Te lo quedas, entonces?. Pero lo vas a usar esta noche sin pagarlo?”. Manuel le aclaró al fulano: “Me lo llevo a mi hotel pero no para usarlo hasta que sea mío. Esta noche dormirá en otra habitación él solo y mañana ya veré lo que hago con mi cachorro. Si lo uso o no es cosa mía... Dile que salga... Espera. No me has dicho si todo esta correcto y como se llama?”. “Está sano y está todo en condiciones. Pero no le puse nombre... Eso lo dejé para su dueño si me lo compraban. Así que le pones el que te de la gana cuando me pagues. Y voy a fiarme de ti y te lo entrego desde ahora para que hagas lo que te salga del culo con él”. Asomó la cabeza dentro del local y pegó un silbido. Y en dos minutos salió el cachorrillo, desnudo y con cara de susto. Pero al ver a Manuel y a su cachorro algo le dijo que estaba salvado.

Manuel le sujetó la barbilla, examinó la dentadura y las orejas, y después de sopesarle los huevos le dio la vuelta y le bajó la testuz para comprobar la alzada y la línea de la espina dorsal. Le ordenó separar las patas y le introdujo el dedo por el culo, hurgando dentro unos segundos. Lo incorporó de nuevo y le dijo: “Abre la boca”. Le tocó la lengua con el dedo y añadió: “Pareces un buen perro y sano. Vístete. Te vienes conmigo... Date prisa”. El mercachifle se largó para dentro del bar y el cachorrillo se puso a llorar de alegría, abrazado a la cintura de Manuel. Su nuevo amo le acarició la cabeza diciéndole: “Ya tienes amo y estarás seguro en mi casa con el resto de mis cachorros. Ahora ya no debes llorar que le da mucha pena a Jul verte así. El chico se abrazó también al otro cachorro y Jul le dio un beso en la frente, como sabiendo que desde ese instante aquel chiquillo sería su protegido en la casa de Manuel. Y le dijo a su nuevo hermano: “Obedece y vístete ya, que tenemos que irnos con nuestro amo y no le gusta esperar”.

El cachorrillo se engancho al brazo de Jul y no dejaba de verle la cara a él y al amo, alternativamente, como queriendo aprender de memoria sus rasgos y poder verlos incluso dormido. Y jamás se imaginó que existiese un dormitorio como el de aquel hotel donde durmió el resto de esa noche afortunada.

Antes de dormirse en un estrecho abrazo, Manuel le preguntó a Jul: “Te he amado suficientemente este noche?. O te he dado más polla que amor?”. Y el muchacho le contestó: “No creo que puedes meterme polvos en igual medida que el amor que me haces sentir. Pero si te diré que un vergazo más y me lo tienes que dar por las orejas, porque mañana no podré andar de como me has dejado el culo esta noche. Eres un poco salvaje, pero no puedo vivir sin tu verga dentro de mi. Aunque parecía que buscabas petróleo hurgando con cuatro dedos dentro de mi. Me pone cachondo que los enrosques por el agujero y los separes haciendo tijera para dilatarme más el ano. Pero ahora me arde y lo siento tan abierto que me dan ganas de meterme la mano yo mismo y saber que sientes ahí dentro, para ponerte tan caliente cuando me lo haces. El dolor y el gozo contigo, son el mismo éxtasis de placer, mi amo. Y me haces tragar tanta leche que mañana es preferible que no cene para no empacharme. Aunque mañana también le tendrás que dar algo al nuevo, mi señor”. Y Manuel dijo: “Tendré para los dos. No crees?”. “Sí, mi dios... Nos saciarás sólo con estar a tu lado, Mi amor”. Y Jul se quedó dormido recostado en el corazón de su amo.

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